Los roles maternos que provienen del átomo social real (Ver átomo social real) son los que ofrecen la complementariedad necesaria para el desenvolvimiento de todos los roles que conforman al átomo cultural primigenio. Este se estructura cuando los roles psicosomáticos sostenidos y complementados por el yo auxiliar, pertenecientes al átomo social, emergen y comienzan su desarrollo.
Está conformado por los roles sociales o derivados. El surgimiento y desarrollo de los roles sociales se da en base al juego e intercambio que éstos establecen con sus complementarios ejercidos por otros significativos de su mundo.
El proceso de conformación de este átomo se apoya sobre los átomos primigenio y originario ya constituidos que aquí se enriquecen.
El átomo cultural social está sujeto a innumerables modificaciones que pueden acrecentarlo o empobrecerlo según sea la conformación de los átomos sociales reales con los que entre en contacto.
La integración en los sucesivos átomos sociales reales dependerá del átomo cultural y del propio y particular modo de haberse vinculado en las matrices anteriores donde intervinieron las actitudes básicas, los roles originarios y todos los roles adquiridos.
Un determinado átomo social perceptual parcial correspondiente a la Matriz de identidad se enriquece mediante el correspondiente a la Matriz familiar y ambos serían la base del perceptual, que se desarrolló en la Matriz social en constante evolución y cambio.
En resumen, el átomo social perceptual es la confluencia de los sucesivos átomos perceptuales parciales de cada Matriz.
Cuando en un trabajo psicodramático se modifica y corrige el átomo perceptual del Protagonista, cambiamos su ubicación sociométrica dentro del grupo y se clarifica el rol psicosomático, originario o social en conflicto.
En cada nuevo átomo social en el que el individuo se inserte ejercerá un rol y establecerá sus vínculos de acuerdo al proceso de aprendizaje de ese rol en su átomo cultural (Ver átomo cultural) y tratará de encontrar el o los roles complementarios con los que, efectuará la interacción.
El átomo social es un hecho y no un concepto, en tanto está constituido por personas reales que son el mundo personal afectivo del sujeto, (sus relaciones tele) (Ver tele).
Los contornos del átomo social tienen características evanescentes, a veces parecen limitarse a los individuos que participan en él, en cambio otras se relacionan con aspectos de otros átomos sociales formando complejas cadenas de interrelaciones que se designan redes sociométricas (Ver redes sociométricas) y que pueden adoptar variadísimas formas según su extensión, composición, estabilidad y duración. El contorno externo del átomo social lo forman todas las personas con las que el sujeto desea asociarse y aquellos que desean asociarse con él, en relación a un criterio definido. La estructura interna está constituida por las atracciones y rechazos emitidos por el sujeto hacia cada uno de los individuos de su círculo, a esas atracciones y rechazos hay que sumar además aquellas de las que el individuo en cuestión es objeto.
Se puede estudiar el átomo social según dos perspectivas:
a) partiendo del individuo hacia la colectividad. Observaremos entonces como sus sentimientos irradian en numerosas direcciones al encuentro de individuos que le responden con simpatía, antipatía o indiferencia. Este es el aspecto psicológico del átomo social.
b) partiendo de la colectividad hacia el individuo. El átomo social está centrado sobre la colectividad y se pueden reconocer las formaciones socioatómicas o redes sociométricas desde el punto de vista de la colectividad.
Para estudiar la estructura del átomo social contamos con el test sociométrico ( Ver test sociométrico). Este átomo será diferente según el criterio que se utilice en el test ( trabajo, sexual, racial, etc.).
Todas las agrupaciones reales a las que pertenece un sujeto forman un átomo social total.
Se constituye en el instante en que comienza la fase específica de la etapa de caldeamiento (Ver caldeamiento).
Para que en un grupo terapéutico durante una sesión se lleve a cabo un psicodrama deben surgir en sus integrantes dos actitudes fundamentales: a) la de participación y compromiso desde la acción dramática; b) la de participación y compromiso sin necesidad de acción personal.
Estas actitudes llevarán a aquel o aquellos en quienes el caldeamiento grupal cristalice en acción el papel de protagonista o protagonistas mientras los demás constituirán la audiencia.
Es la audiencia la que consagra al protagonista ya sea por aceptación tácita o redistribuyendo con él la problemática elegida.
Uno de los matices esenciales de la audiencia es el de resonar comprometidamente con aquello que está aconteciendo en el escenario, compromiso que alcanza al ser en todas sus áreas y moviliza intuiciones, percepciones, pensamientos y afectos. La denominación «caja de resonancia» prioriza esta posibilidad de resonancia con lo dramatizado en el escenario como con algo propio, en la medida que el protagonista debe representar al emergente grupal que pertenece a cada uno de los integrantes.
De acuerdo con la teoría de los roles cada uno de los roles jugados en el escenario pertenece al que lo trabaja pero es además un rol del que participan todos aquellos que integran el grupo aún cuando permanezcan en calidad de público.
La audiencia tiene según Moreno un doble objetivo: a) ayudar al protagonista; b) convertirse ella misma en protagonista.
Al ayudar al protagonista se convierte en «caja de resonancia», representante del mundo, de la sociedad en la cual el protagonista vive y ha vivido. Su participación, observaciones y reacciones son tan improvisadas como las de ese protagonista.
«Cuando más aislado está el protagonista, más necesita de la audiencia que le presta su reconocimiento y comprensión».
Si por el contrario es la audiencia la que se convierte en protagonista se verá representada en escena en uno de sus síndromes colectivos.
Terminada la dramatización, en la etapa del compartir y comentarios, la audiencia pasa a desempeñar el papel principal en su compromiso activo con lo dramatizado expresado verbalmente y permite al protagonista reintegrarse al seno del grupo del que se había diferenciado para dramatizar.