El concepto de chivo emisario, tiene su origen en los antecedentes griegos de la tragedia. «Tragedia» significaba originalmente «el lamento del macho cabrío». Eran las letanías que se cantaban para conmemorar las gestas de DIONISOS y su animal preferido (mediante el cual se lo simbolizaba) durante las festividades de la vendimia (Las Dionisíacas). En las fiestas primitivas, el animal era perseguido por toda la procesión de hombres, faunos y bacantes. Cuando se lo alcanzaba, era despedazado para devorarlo, porque de ese modo se compartían y se comulgaba con la vitalidad, la fuerza y la divinidad del dios. Este rito, a posteriori, se fue transformando en mera crónica de gestas, más o menos, divinas y profanas que, finalmente, desembocó en representación escénica. El concepto de protagonista en la tragedia griega está íntimamente unido al concepto de chivo emisario (aquél que muere, padece y actúa «como si» se hiciera en los orígenes). En psicoterapia de grupo, en cambio, estos dos conceptos (el de protagonista y el de chivo emisario), si bien comparten la misma raíz, se diferencian notablemente. Se denomina protagonista (Ver) a aquél que, circunstancialmente, ofrece su investigación dramática (en el grupo, con el grupo, y para el grupo) en aras al proceso elaborativo de todos. Se denomina, en cambio, chivo emisario al integrante de turno en el que se depositan alternativa y patológicamente, en determinados momentos del proceso grupal, sombras, proyecciones masivas, cargas transferencias negativas (parciales o totales), para que, mediante estos interjuegos, actúe y/o padezca aquello que el grupo niega o reprime y por ende no puede comprender, asumir y redistribuir. Todo surgimiento de chivaje alude a momentos conflictivos agudos de gran compulsividad grupal, con tendencias desintegrativas. Cada elección de un protagonista, en cambio, patentiza la posibilidad de una auténtica coincidencia grupal; un encuentro significativo, alrededor de alguien que puede representar, libre, espontánea, creativa y solidariamente, a toda la pequeña comunidad psicodramática palpitante, que lo está entornando y de la que parte integrativamente.