La representación dramática, por ser en sí misma un quehacer temporal y espacial, nos permite apuntar asombrosamente a las clarificaciones de la íntima témporoespacialidad humana, características esenciales de la existencia humana (existenciarios), profundamente comprometidos en los modos de ser irresueltos y enfermos del hombre, y en sus modos estereotipados de vincularse.
El método que nos ofreció Moreno, precisamente porque nos permite explorar la témporoespacialidad humana, pero, sobre todo, porque además permite operar sobre ella nos resulta sumamente útil como camino psicoterapéutico.
La acción dramática apunta esencialmente a operar sobre los estados de ánimo del hombre, permitiéndonos trabajar sobre sus pasiones, sentimientos y valores. En esto radica su eficacia metodológica y su dimensión instrumental.
Conviene agregar además que, con «sus leyes del como sí», nos permite apuntar fundamentalmente, a «lo imaginario» del hombre operando sobre sus fantasías, ilusiones, sus sueños y mitos más profundos.
El camino de «lo imaginario» puede conducirnos al microcosmos individual y hacernos conocer los conflictos, más íntimos, sus crisis y sus proyectos para que allí mismo, en tales profundidades, apelando a la función mitopoyética y a la función mimética propia del hombre, pueda intentarse la transformación y producir reestructuraciones.
En Psicodrama cada uno de los integrantes del grupo y el grupo en su totalidad se sitúan, mediante el proceso de caldeamiento, a través de un protagonista en una nueva matriz; en un espacio continente peculiar, en el cual, cada uno de los participantes puede lanzarse a tales transformaciones.
Los verdaderos cambios, solo se hacen posibles mediante la comprensión de lo desconocido transformándolo en conocido. Un proceso de constante develación actualizada por lo dramático.
Estos procesos dinámicos se promueven como consecuencia acumulativa de actos de comprensión dramática.
Esta larga serie de videncias permiten saltos de transformación y de integración hacia nuevos modos de ser y de estar en los vínculos.
La acción dramática apunta a la función mimética del hombre.
Esta facultad mimética es, la que sustenta la posibilidad de comunicación corporal y gestual del ser humano.
La representación dramática permite operar profundamente en este aspecto tan importante de la comunicación. Las heridas traumáticas generalmente están grabadas en las áreas de lo corporal y están más allá del alcance del habla.
Poseer un método que opera, en los códigos de comunicación más profundos es fundamental.
Toda búsqueda de un rol, conflictivo y detenido, es además la búsqueda de sus contra roles.
La exploración de las fijaciones y las estampaciones desembocará reiteradamente en Escenas Nucleares Conflictivas (Ver), que reproducirán en el escenario las escenas traumáticas del pasado biográfico y prebiográfico del protagonista.
En cada una de las escenas se halla en anclaje del modo de ser y del modo de vincularse que se está investigando.
Tales fijaciones son los que comprometen la evolución y la apertura del individuo, cercena sus posibilidades de relación en el mundo que exige plasticidad y adecuación. Estos anclajes que inhabilitan frente a las exigencias del mundo, son los motivos de la crisis de irresolución propias del hombre y son las que ocasionan las enfermedades y sus síntomas.
En Psicodrama al ocuparse de los modos de relación del hombre consigo mismo y de los modos de interrelación con los demás (así como de las dificultades de esas relaciones e interrelaciones) se propone como un camino para el develamiento de tales frenos permite operar sobre ellos para su resolución y esto es lo que se intenta al trabajar sobre las escenas psicodramáticas.
Los hallazgos dramáticos son el comienzo del camino de resolución. Los choques y los encuentros con el antagonista; el conocimiento del tú favorecen el camino de una mejor comprensión de sí mismo y motivo en el trabajo con las escenas conflictivas debe apuntarse a transformar las relaciones de rol con el contra rol mediante las diferentes técnicas psicodramáticas.
La constante búsqueda del proceso psicodramático de las comprensión de las perturbaciones y distorsiones vinculares favoreciendo nuevos modos de comunicación. La comprensión será totalizadora, cuando abarca las tres áreas del ser. Debe lograr la influencia de tres momentos complicantes: el momento intelectual, el momento axiológico y el momento emocional de la comprensión.
Todo hombre, así como fue capaz de arrojarse al mundo en el acto de su nacimiento, tendrá siempre la potencialidad de volver a fundarse a sí mismo en un nuevo acto de creatividad resolutiva. Esta posibilidad es la que hay que ofrecer al protagonista y al grupo en el trabajo dramático.
Esta tarea de reestructuración creativa se hace posible, si partimos del concepto de que, en cada individuo, están en juego no solo las características o los roles irresueltos y fijados a determinados modos del pasado, sino además la totalidad de su ser.
Estas otras facetas son las que permiten la posibilidad de operar sobre lo detenido ofreciéndole una nueva matriz par que pueda corregir los aspectos fijados y reestablecer el adecuado proceso resolutivo resolviendo los aspectos truncos de su identidad y lanzarse al cambio, que implica nuevos objetivos y compromete nuevos proyectos.
Esto significa trabajar en dos vertientes operacionales. La vertiente motivacional que apunta a lo traumático y la vertiente que explora los objetivos generalmente enmascarados detrás de la represión y la negación.
La concepción moreniana apunta tanto a una Psicología que tiene en cuenta lo traumático como a una Psicología de los objetivos, propone operar siempre con el proyecto humano y capitalizar la fuerza del impulso básico de transformación humana. Ese empuje básico subyacente que lo hace tender a forjarse una cosmovisión y un orden ético. Lo axiológico ocupa un lugar fundamental en el sistema moreniano.
El nacimiento humano es pensado por el fundador del Psicodrama como un verdadero acto de libertad, espontaneidad, responsabilidad y creatividad.
Siendo el acto de nacimiento, para Moreno, el modelo y el fundamento de todo cambio humano. Todo renacimiento terapéutico será esencialmente un acto de libertad, espontaneidad; creatividad responsable.
Estos tres conceptos implican necesariamente valores en juego.
Todo cambio terapéutico es para Moreno un salto axiológico. Todo advenimiento a un nuevo modo de ser en los vínculos efectuado por el hombre mediante un acto de creatividad, se funda y se sustenta en un nuevo valor producido.
Es más, el acto de creatividad es, en sí mismo, el acto de producción de ese nuevo valor, en el que se sustentará la nueva conducta.
El concepto moreniano de integración catártica, tanto en la vertiente personal como en la grupal es un acto de renacimiento que funda a cada persona de manera novedosa en los modos de vincularse con el mundo.
A partir de tales transformaciones por el cambio que se origina en el átomo vincular gracias a estos nuevos reencuentros y sus consecuentes enriquecimientos el mundo se le aparecerá a la percepción de manera verdaderamente novedosa y positiva.
Puede obtenerse claros indicios de estas movilizaciones profundas mediante la observación directa o a partir de las descripciones que los pacientes hacen durante el desarrollo psicoterapéutico. Estos movimientos elaborativos individuales algunas veces se patentizan como modificaciones de síntomas, otras veces como transformaciones de mitos que se develan a partir del material anímico y en su mayoría como simples cambios inexplicables a partir de la conciencia de estados de ánimo; temples afectivos, climas, actitudes y conductas.
Esto puede ocurrir tanto durante la sesión misma, como entre sesión y sesión o mucho más tarde en el tiempo psicoterapéutico; mucho después que se ha logrado en el grupo, un determinado fenómeno de catarsis de integración (Ver Catarsis de integración.
Toda producción coprotagónica debe ser investigada y resuelta para impedir contaminaciones transferenciales.
Es la espontaneidad que se dirige a la formación de respuestas adecuadas a situaciones nuevas.
Una conducta es apropiada, cuando es adecuada, es decir cuando el sujeto, midiendo la circunstancia nueva en la que se encuentra situado, halla una solución nueva y apropiada a aquella.
Un individuo debe poseer indispensablemente una actitud plástica de adaptación y una movilidad y flexibilidad del Yo para desarrollarse en un ambiente que cambia con rapidez y constantemente.