Los estudió en su «sociometría» (Ver) como factores sociogravitacionales que operan traspersonalmente de un individuo a otro, induciéndolos a establecer relaciones (positivas o negativas) conformando de este modo parejas, triángulos, círculos, cadenas, etc.
El «fenómeno tele» se manifiesta en la vincularidad grupal como energía de atracción, rechazo e indiferencia, y da evidencia de una permanente actividad coinconsciente y coconsciente de comunicación.
Permite a los seres humanos, vinculados en constelaciones afectivas mediante el constante operar de las funciones del pensarpercibir e intuirsentir, de cada uno, el «conocimiento» de la situación real de cada individuo y de los otros en la matriz relacional de un grupo.
Volviendo a la preocupación sociométrica de Moreno antes señalada, este autor define la «tele» como: «la más pequeña unidad de afecto transmitido de un individuo a otro en doble dirección». En este sentido toda unidad télica puede ser vista como un quantum de comunicación completa, con emisión y mensaje de retorno, en el proceso afectivo que da nacimiento al átomo social (Ver) y a las «redes relacionales». Pero cada una de estas unidades télicas que Moreno propone estudiar sistemáticamente, se integran en un proceso afectivo, de permanente interacción comunicativa, que podría analogarse al concepto de «encuentro existencial».
Nuestras propias investigaciones (C.M.M.) en el campo de la «fenomenología télica», nos han permitido discernir niveles de profundidad diferente en el campo comunicacional profundo. Por debajo del «nivel actual» de la comunicación, para decirlo a la manera de S. Foulkes, también llamado «comunicación teleconsciente», sabemos que se mueven otros niveles de comunicación.
En el segundo nivel se ubica lo subconsciente, que ha sido ampliamente estudiado por el psicoanálisis y por la hipnosis. Entre este nivel subconsciente y el tercero, así como entre el segundo nivel y el primero (el actual) funcionan dos censuras.
El tercer nivel de profundidad télica (ya subsumido en el estrato de la inconsciente) funciona a la manera de rector relacional. Este nivel comunicacional es el equivalente, en el modelo descrito por Carl Gustav Jung a lo que este último autor denominara como instancias arquetípicas del «Anima» y el «animus» actuando sobre el inconsciente colectivo, el nivel protector y energético. Al cuarto nivel de profundidad del campo télico lo denominamos nivel protector. Es el equivalente en el modelo junghiano de lo que el autor suizo denominó como SOMBRAS. En este nivel francamente energético, se mueven las motivaciones o impulsos interaccionales de agresión y defensa.
En el quinto nivel de profundización en el campo de lo télico es donde se ubica el comienzo de lo que, en el modelo junghiano se denominó «símismo». Hoy sabemos algo más a partir de nuestras últimas investigaciones en el campo de la antropología vincular y la fenomenología télica profunda. Sabemos que, por ejemplo, en el sexto nivel se mueven potencialidades motivacionales que son verdaderos tesoros culturales del registro inconsciente ancestral, personal y colectivo; tesoros sapienciales que nos son legados de generación en generación, a través de la familia, el clan y la etnia y que rigen profundamente, para bien, nuestras conductas y nuestras interacciones vinculares. Es más, el campo de lo télico profundo no termina aquí en este sexto nivel, estamos trabajando en la investigación de otros seis niveles todavía más profundos, son en su totalidad (contado el nivel consciente o actual de la cotidianeidad) doce niveles de comunicación télica. El concepto de Tele se complementa con el de transferencia. (Ver).
Según Moysés Aguiar, es posible redefinir el concepto a partir de una perspectiva sistémicorelacional, atribuyéndole la connotación de espontaneidad colectiva. En este caso describiría el tipo de articulación que se establece entre individuos que participan de una determinada situación, que puede ser o no, espontáneocreativa. Tal concepción implica aspectos perceptuales, motores, afectivos, cognitivos, culturales, sociales, etc., simultáneamente y como fenómenos grupales. No se aplicaría, por lo tanto, en la comprensión de individuos en particular.
El mismo Martínez Bouquet postula la existencia de tres niveles o registros en los cuales se mueve el dramático y la dramática humana en general (Ver Creatividad y Metabolismo de los Significados).
A través de este test se ponen de manifiesto las acciones y las reacciones, la intensidad de las mismas y las emociones que están en juego.
Todo esto puede ser explorado colocando a los protagonistas ante situaciones dramáticas imprevistas, para las que no están previamente preparados. Esto permite observar: las energías que se liberan y las características de espontaneidad que se logran en las interacciones y sus manifestaciones emocionales.
Este test sigue hoy siendo útil cuando se quiere explorar la matriz socio emocional de un grupo, en un momento determinado; especialmente en situaciones en las cuales, uno infiere estructuraciones sociométricas rígidas. (Ver Espontaneidad).
Da medida de la fuerza de mantenimiento y captación que, el integrante del grupo estudiado retiene carismáticamente de los otros individuos, de su misma constelación grupal, durante un período de tiempo dado.
Permite, por ejemplo, develar cuantos integrantes de un grupo responden a la coordinación de un líder, teniendo en cuenta la ley de tercios puesta en juego (Ver) con su red de atracciones, de rechazos e indiferencias, sus fenómenos de fusión y el estudio de las mutualidades (correcta o incorrectamente) percibidas.
El protagonista representa, mediante ella, roles y situaciones imaginadas, fantaseadas y deseadas sobre el escenario, manifestando en tales dramatizaciones su personalidad.
Se trata de un test dramático.