Terapéuticamente hablando la corriente psicoanalítica freudiana visualiza a la transferencia como «el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre los objetos dentro de determinado tipo de relación establecida con ellos y de un modo especial en la relación analítica. Son prototipos infantiles vividos con marcado sentido de realidad. Clásicamente es el terreno en el que se desarrolla la problemática de la cura, caracterizándose por la instauración, modalidades, interpretación y resolución de la transferencia».
Los trabajos de Breuer llevan a Freud a pensar en la incidencia de la relación médicopaciente en el proceso de la curación y lo que al principio es un obstáculo, una resistencia pasa a ser luego el instrumento de la cura.
Hay una instancia témporoespacial: Un pasado con deseos rechazados; un presente, en el contexto analítico, que es reedición sobre la persona del médico. La transferencia es la manifestación de un deseo inconsciente. La interpretación aquí, es la instancia transformadora.
Moreno diferencia transferencia y tele: dice que «la relación tele es el proceso interpersonal general. La transferencia es una excrescencia psicopatológica especial».
Sociométricamente las instancias de atracción, rechazo e indiferencia que se dan entre distintos individuos, no se deben todas a transferencias simbólicas, sino a ciertas realidades que la otra persona personifica o representa.
Para Moreno, en el proceso de curación actúan el factor tele y el factor espontaneidad (Ver). La transferencia sería un obstáculo.
En la terapia de grupo, S. Foulkes (1964) «Therapeutic group analysis» le da a la transferencia otra jerarquía definiendo que en el grupo hay cuatro niveles transferenciales distintos en que operan.
1) Nivel Actual: el grupo como representación de la realidad exterior donde el terapeuta aparece como líder o como autoridad.
2) Nivel Transferencial: donde ocurren los procesos de tipo transferencial antes sintetizados; el terapeuta es figura parental.
3) Nivel Proyectivo: donde el mecanismo predominante es la identificación proyectiva de objeto parcial, con todos los conceptos kleinianos que a éstas proyecciones se refieren.
4) Nivel Primordial: es el que se movilizan manifestaciones propias del inconsciente de la familia, el clan y la raza con proyecciones primordiales, prebiográficas, ancestrales, arquetipales y akásicas estudiadas por Karl Gustav Jung, los junguianos por la Antropología Vincular y la psicología transpersonal.
En antropología vincular, apelando al desarrollo de una de sus vetas (Teoría psicoanalítica de las relaciones objetales) consideramos que las emociones básicas son: el deseo, la culpa y la angustia.
El miedo y los pánicos, por ejemplo, son emociones basadas en la culpa, porque toda sensación de culpa dramáticamente irresuelta, que no ha podido ser elaborada, mediante la comprensión, en responsabilidad, se trastoca en profundos miedos o pánicos al castigo, a su vez generalmente encubiertos.
Trabajar dramáticamente en psicodrama, es en esencia, ir a la búsqueda del deseo, de la angustia y de la culpa, a través de las otras emociones, como por ejemplo, la envidia y los celos. Estos trabajos nos han enseñado, con respecto a la culpa, las huellas de una trilogía que la manifiesta, si sabemos leerla en el lenguaje de las conductas humanas. «El cuerpo grita lo que la mente no puede o no quiere comprender»; los laberintos de la vida también nos dicen con mayor o menor vehemencia lo que todavía no hemos sabido leer. Toda función fisiológica así como toda acción libre, creadora y responsable, produce alegría y goce de autorrealización. Cada vez que un acto, un interjuego o una interrelación, que debería producir alegría, no logra su clima es porque un miedo o un pánico lo está trabando y si lo descubrimos estamos en condiciones de descubrir también la culpa que subyace.
Cada vez que un rol, en la interacción vincular, es dificultando, este freno es debido al miedo. Cuando un rol no puede desplegarse porque es trabado o directamente es imposibilitado, podemos inferir que nos hallamos en los trazos de un profundo pánico, y siempre detrás, en la profundidad, está la culpa.
1) Dificultad o imposibilidad para gozar.
2) Dificultad o imposibilidad para elegir.
3) Dificultad o imposibilidad para valorarse y progresar.
He aquí la trilogía de la culpa.